Arqueozoología: Crisis de la crisis
Víctor Bejega García
Como la gran
mayoría de arqueólogos, cursé la Licenciatura de Historia, teniendo que cursas
todas las asignaturas de Prehistoria, Arqueología y Museología posibles para
alcanzar una aproximación teórica al asunto, completando la parte práctica con
las ya famosas excavaciones veraniegas. Pero, por suerte, en la Universidad de
León, el Laboratorio de Prehistoria estaba abierto a los alumnos, por lo que
durante el año tenia la posibilidad de trabajar con materiales.
Fue en ese momento,
cuando de la mano del profesor Carlos Fernández Rodríguez, inicié mi formación
arqueozoológica, concretamente en la rama de la Arqueomalacología. La formación
en este tipo de disciplinas es compleja. Si un arqueólogo tiene difícil la
formación para aprender a llevar una excavación, en nuestro caso se trabaja
abriendo camino. La casi ausencia de publicaciones, manuales o cualquier tipo
de material académico al respecto, obliga a buscar la especialización con
esfuerzo e ingenio. Junto a mi compañero Eduardo González, especializado en
ictioarqueología, hemos recorrido pescaderías, recogido conchas de las playas y
pidiendo a los amigos y familiares que nos guardasen los restos de pomposas
comidas. Todo para organizar una colección comparativa que facilitase nuestro
trabajo.
Pero nuestra lucha
no sólo era con nosotros mismos, con desarrollar una metodología de estudio, un
marco práctico y teórico. Nuestra lucha también era contra el resto de
arqueólogos. Y es que, la Arqueozoología lleva años en crisis, víctima
colateral del incremento de excavaciones. La dinámica era demasiado simple. Las
empresas arqueológicas recortaban presupuestos para lograr la concesión de
obra, por lo que necesitaban “agilizar” los trabajos. Además, los Museos,
superados por la gran cantidad de excavaciones desarrolladas, se veían
desbordados y no contaban con espacio suficiente para almacenar materiales.
Ante la pasividad de administraciones, empresas y museos, se generó una
práctica común de no recoger todos los materiales, siendo la fauna el principal
sacrificado. Sabemos que es frecuente recoger mucho material, inventariarlo y
almacenarlo en el museo, sin estudiar, pero al menos recogido. Pero en nuestro
caso, ni siquiera contábamos con esa oportunidad.
He sido testigo de
la aplicación de criterios de selección de materiales basados en cuestiones tan
científicas como “recoge los huesos grandes”, “recoge sólo lo identificable” (¿por
quién?), “coge un par de conchas y tira el resto”. No me imagino tirando media
fíbula o medio plato de terra sigillata
únicamente por que no estén completas, basándome en criterios sin fundamento
sobre un material del que apenas conozco nada. Y sin embargo, es lo que
ocurre. En uno de mis últimos
trabajos, he tenido que recoger, bajo mi ética profesional, más de 200 kg de
restos faunísticos, que representaban una de las mayores colecciones
faunísticas de un yacimiento romano en Castilla y León, cuyo destino era la
escombrera.
Esto me hace
reflexionar, plantearme qué arqueología se estaba haciendo. Soy consciente de
que se han realizado muy buenos trabajos, pero también muy malos. Hemos
realizado miles de excavaciones, pero hemos perdido información muy valiosa.
¿De qué nos sirve excavar cientos de yacimientos si no se estudian? ¿Para qué
tanto trabajo si luego el material, en el mejor de los casos, se almacena en el
museo a la espera de caer en el olvido? ¿Qué futuro les espera? Para muchos
arqueólogos, la respuesta es simple. Ya lo estudiarán, becarios-precarios que
realicen su tesis doctoral y necesiten materiales. ¿Acaso no es un
neo-coleccionismo disfrazado con metodologías de recuperación y
contextualización?
Por mi experiencia,
creo que uno de los campos de futuro que debemos trabajar los arqueólogos es el
estudio de los materiales almacenados. Necesitamos “salvar” las excavaciones
realizadas en estos años ahora que estamos a tiempo, estudiar los materiales y
completar esos puzles que aún quedan pendientes. Porque la puesta en valor y la
construcción de un discurso didáctico requiere tener algo verdadero que contar,
y para ello es necesario estudiar los materiales y contextualizarlos con el
resto de datos, para obtener un verdadero discurso arqueológico. La tan
nombrada interdisciplinaridad de la que todo el mundo habla y solo unos pocos
practican.
La tarea de
promover estos trabajos, probablemente debería recaer en las Administraciones,
pero Universidades y empresas tienen algo que decir. Pero es una reflexión que
pocos han realizado. Si se consiguiese avanzar en este camino, la tan ansiada
colaboración entre Universidad y
empresas sería factible, se podrían generar puestos de trabajo, se contribuiría
a solucionar la problemática de los Museos y se arrojaría mucha más luz a los
estudios arqueológicos, reflejado, no sólo en un aumento exponencial del
conocimiento histórico y arqueológico, sino también en una mayor veracidad del
discurso expositivo.
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Víctor Bejega García. Licenciado en Historia por la
Universidad de León, cursé todas las asignaturas de Arqueología y Prehistoria
de la carrera, asistí a todas las excavaciones veraniegas que pude y trabajé en
el Laboratorio de Prehistoria de la ULE desde 1º para aprender sobre materiales
y trabajo de laboratorio. Me especialicé en Arqueomalacología y compaginé mis
estudios de doctorado con el trabajo en arqueología de gestión (cuando había
suerte) y en lo que fuese saliendo, para poder financiar mi Tesina de
Licenciatura, el DEA y, actualmente, la Tesis. No recibí ni una sola beca, pues
las instituciones leonesas las retiraron y las de CyL las disminuyeron a cotas
ridículas. Actualmente, trabajo como arqueólogo de fortuna. Si tienen la suerte
de encontrarme, quizá pueda hacerles un estudio arqueomalacológico.
Buenas Victor. Comparto todas y cada una de las cuestiones a las que te refieres en el articulo de las charlas de cafe de jaime. Como arqueólogo de fortuna, intente en si día que parte del material faunistico recogido (por mi) no fuera carne de almacen. Mi intento dió unos pequeños frutos antes de que la crisis nos comiera. Te dejo link (http://dialnet.unirioja.es/servlet/listaarticulos?tipo_busqueda=EJEMPLAR&revista_busqueda=12570&clave_busqueda=211696 pag.99-106)
ResponderEliminarUn saludo.