Caminante no hay futuro, ¿Podremos hacerlo al andar?
Sergio Escribano Ruiz
El futuro…
la arqueología… Seguramente hoy son mayoría quienes consideran que son dos
términos enfrentados, y lo harán por razones tan sólidas como evidentes.
Afortunadamente no existe la razón única y mediante estas breves líneas trataré
de ofrecer una visión más optimista, quizá ilusa. Y lo haré porque ha sido la
forma en la que he afrontado mi experiencia en arqueología desde hace ya más de
una década, con mucha ilusión y trabajo. Y, de momento, así seguimos…
Pero, además,
mi argumentación será un tanto paradójica, ya que defiendo que el mayor
potencial de la arqueología reside en la línea de investigación menos
desarrollada en la actualidad, aquella que estudia el pasado que se extiende
desde 1500 hasta el presente. La pluralidad de designaciones disponibles para
hacer referencia al estudio material de este lapso cronológico (arqueología
postmedieval, histórica, industrial, del pasado reciente y contemporáneo, postcolonial)
es un claro síntoma de su dinamismo actual. Pero evidencia también el estado
emergente de la arqueología post1500,
un campo desarrollado aún al margen de los cauces unificadores de la mayoría
académica.
Esta
indefinición o estado emergente es uno de los aspectos por los que creo que la
arqueología del pasado reciente puede ser la arqueología del futuro para algunos
de los que aún no hemos conseguido consolidar nuestro futuro laboral. Todavía
es una tierra de nadie. Aunque es el
periodo más representado en la estratificación de cualquier paisaje, edificio o
excavación, apenas ha sido objeto de investigación específica. Por tanto,
existe una cantidad ingente de material esperando a ser estudiado. Y l@s
arqueólg@s estamos comenzado a ser conscientes de ello. Aún recuerdo cuando me
llamaban “periodista” por dedicarme al estudio de la cerámica postmedieval.
Ahora, parte de la gente que se dedicaba a la arqueología “verdadera”, está
comenzando a estudiar los periodos más próximos del pasado, evidenciando que
hay futuro en la interpretación histórica de los restos materiales recientes.
Pero, más
allá del vacío académico e historiográfico, consideramos que la fuerza de la
arqueología del pasado reciente y contemporáneo reside en otro aspecto, en su potencial
para construir una historia crítica de la sociedad actual. Desde que Tarlow y
West (1999) nos demostraran que el pasado reciente nos resulta menos familiar
de lo que creemos y desde que Buchli y Lucas (2001) nos hicieran ver la
necesidad de una arqueología contemporánea, una arqueología del yo, su práctica
está siendo imparable en Europa.
En España
ya se han dado los primeros pasos al respecto, ya hay un camino a seguir. Sólo
queda que seamos much@s más los que nos encontremos en ese camino, y que entre
tod@s sustituyamos la historia vigente por otra que, al incorporar el discurso
material, construya un relato más inclusivo del pasado y proporcione un nuevo
conocimiento sobre el presente.
Es posible
que esta profecía se cumpla para algún@s. También es probable que no; que se
quede en una simple divagación, en una destilación de las ideas que ahora rondan
mi mente. Si desgraciadamente el futuro me obligara a asumir mi fracaso
predictivo, al menos podrá consolarme la intención de esta breve reflexión,
tratar de mantener la esperanza ante la penumbra que se cierne sobre el
horizonte arqueológico.
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