Con la cabeza en un lado y el corazón en otro... y viceversa
Natalia Moragas Segura
Hace apenas unos días que leí en el Facebook la invitación abierta de Jaime
Almansa de seguir con la línea de debate sobre el futuro de la arqueología en
España y me salió un: ¡yo misma! Jaime amablemente me dijo que sí y aquí ando
intentando pensar en qué puedo
aportar sobre dicha cuestión.
Lo cierto es que mi perfil laboral en la arqueología es “normalmente
anormal”. Me explico: desde hace veinte años y, con mayor o menor fortuna, me
dedico a la arqueología mesoamericana. Y digo con mayor o menor fortuna porque como suele suceder en nuestra profesión,
algunas veces hemos tenido que aparcar la práctica profesional de nuestro
oficio para dedicarnos a cosas tan mundanas como cobrar a final de mes. Bromas
aparte, a menudo me he sentido un poco rara
avis en este mundo arqueológico aunque ahora creo que formaba parte del proceso de aprendizaje, no tan
sólo de lo que supone la adquisición de conocimientos, sino del propio medio académico
y de gestión universitaria y profesional.
En definitiva y de lo que va este libro… ¿cuál es el futuro de la
arqueología en España? O mejor dicho ¿Cuál es el futuro de la arqueología hecha
en España? Dado que mi experiencia profesional y personal en los últimos veinte
años se ha desarrollado en México y más recientemente en Brasil, creo que mi
aportación será una reflexión muy genérica sobre la internacionalización de la arqueología
española y su papel en el futuro.
Mi experiencia personal es moderadamente optimista. Moderadamente por la
progresiva (aunque tímida) participación
de la arqueología hecha por españoles en proyectos fuera de España y el
reconocimiento del trabajo de estos investigadores. Optimista porque de mi
época de estudiante hasta hoy en día sí que se observa una mayor apertura de
investigadores españoles en proyectos de investigación internacionales.
Sin embargo me sigue
sorprendiendo que cueste tanto la internacionalización de la investigación
arqueológica y más teniendo en cuenta que en general estamos bien reconocidos
tanto por nuestra formación como capacidad de trabajo y nuestra integración en
grupos internacionales. A menudo en mis clases acabo sorprendiendo a mis
estudiantes comentándoles que hay trabajo ahí afuera. Claro que el “ahí afuera”
normalmente se refiere a fuera del continente europeo, en países en los que la
formación arqueológica se está implementando y que además están en pleno
desarrollo de infraestructuras requiriendo por lo tanto, de una arqueología de
urgencia. Además ese “ahí afuera” se refiere también a universidades de
provincia y no a las Universidades principales. No obstante, resulta de lo más
gratificante saber que contribuyes a la creación de las bases de la arqueología
en una región.
No es un camino fácil y menos en un país que aún ve mayoritariamente como
un mal el hecho de emigrar y no como parte de la formación laboral. Y es duro
cuando son países muy lejos de lo que nosotros consideramos normal en nuestro
(ex) Estado del Bienestar. Pero es
un camino aún no del todo explorado y que obviamente requiere de una inversión
personal. Me sigue sorprendiendo la poca presencia de empresas de arqueología
españolas en licitaciones internacionales o colaborando con otras empresas y/o
universidades en proyectos de este tipo. Me sigue asombrando la poca movilidad
de nuestros estudiantes y jóvenes profesionales en un siglo en el que las
fronteras del conocimiento se diluyen gracias a internet.
Hay aún un largo camino por recorrer pero ya hemos andado los primeros
pasos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu opinión aquí